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09 de enero, 2019

Por

 chematrix

Nueva York: Ciudad ideal de las generaciones X, millennial y centennial

Tengo 35 años y me considero más de la generación X que millennial; aunque —en ocasiones— me comporto más como millennial que X… o viceversa. El caso es que me dediqué a buscar en mi interior los referentes culturales de Nueva York, mismos que podrían ser los motivos por los que es considerada la ciudad preferida de estas generaciones.

Carta abierta a Nueva York

Es Año Nuevo y sigo sin poder ir a la ciudad del Empire State of (my) Mind, donde se localiza (en el maravilloso mundo de la ficción) la Torre de Los Vengadores y el hogar de —casi todos— los súper héroes que conozco. ¡Imagínate compartir una pizza de peperoni con Miguel Ángel de las Teenage Mutant Ninja Turtles! para luego practicar unos trucos en patineta en Central Park. O qué tal ser testigo de un evento paranormal y… ¡por supuesto! ¿A quién más podría llamar? ¡A los Ghostbusters! Aunque también sería «sorprendente» asistir a la escuela Midtown y toparme en los pasillos al mismísimo Peter Parker, porque, sí saben que él es Spider-Man, ¿no?

De paso pedirle que me lleve a conocer a Iron Man y, ya encarrerado, aventurarme a Harlem para echar unas fuercitas con Luke Cage. Por supuesto, cuando le gane, decirle que me presente al resto de los Defenders como Iron Fist, Daredevil y, sobre todo, a Jessica Jones, a quien no dudaría ni un segundo en pedirle una selfie… pero bien abrazados. Aunque lo más probable es que en ese momento llegue Stephen Strange (quien también vive en Nueva York) y me diga que ha explorado más de 14 millones de realidades posibles y en ninguna ve factible que Jessica me regale una selfie.

Nueva York vio nacer la cultura del hip hop

Me gustaría  hacer un viaje paralelo al pasado y ver a Christopher Wallace rapeando en un esquina y después atestiguar su éxito como The Notourious B.I.G.; también sería increíble sentirme parte de la Wu Tang Clan y charlar con RZA quien, por cierto, en 2003 participó en el OST de Kill Bill, dirigida por Quentin Tarantino. También me encantaría hacerme escuchar mediante un buen flow al estilo East Coast con los samplers de Public Enemy. Y ya que el «simpático» Strange me arruinó la noche con Jessica, iría a cumplir otro de mis sueños: conocer a Alicia Keys, la mujer que robó mi corazón no sólo con su belleza, sino a través de su talento al tocar el piano, como en el video «My boo» con Usher. Luego de eso, me encantaría platicar con Jay Z o con Nas sobre lo difícil que fue la vida para nosotros en la infancia.

Ya entrada la noche, me daría una vuelta por el famoso Studio 54 vistiendo camisa de solapa ancha y pantalón con pata de elefante, ¡al más puro estilo disco! Aunque si fuera jueves, me pondría mi chamarra de piel con estoperoles para ir al CBGB, la cuna del punk donde surgieron —y crecieron— bandas como The Ramones y Talking Heads. En caso de que fuera un lunes de 1960, usaría mi mejor traje, con gabardina y sombrero, para visitar a los chicos de la Madison Av., los verdaderos Mad Men, a quienes invitaría a la calle 76 al Hotel Carlyle donde Woody Allen toca el clarinete con su banda de Jazz.

Por supuesto, no me quedaría con las ganas de degustar un buen café en «Central Perk», con mayor razón si justo ese día me toca que me atienda la hermosa Rachel Green (Aniston) o que estén reunidos los mejores «Amigos» de Nueva York para reírme con sus ocurrencias. Después iría por unos tragos al Mac Laren’s Pub, a ver si me encuentro a Ted y me cuenta de nuevo la historia de How I Met Your Mother. Y quizá sea mucho pedir; pero intentaría colarme al Madison Square Garden, casa de los Knicks, el mejor equipo de básquetbol de la década de los 90, al menos para mí. ¡Eso sería la cereza en el pastel de este tour por la casa de la estatua de la libertad!

¿También saben qué sería bueno? Visitar los escenarios elegidos por González Iñárritu para Birdman, la mejor película que ha dirigido un mexicano en Estados Unidos y que rinde tributo a Broadway, el circuito de teatros más importante del mundo.

En esta ciudad se grabaron, experimentaron y desarrollaron las ideas más locas y psicodélicas que sólo pudieron salir de la mente de Andy Warhol y, por supuesto, donde El lobo de Wall Street atracó su yate, compró su casa, departamento y abrió sus oficinas que lo hicieron el rey del mundo financiero.

Ciudad donde se libraron épicas batallas entre pandillas que únicamente Martin Scorsese logró filmar a la perfección. La ciudad de don Vito Corleone; el destino al que nunca llegó el Titanic; el lugar que Godzilla y los extraterrestres han intentado destruir… sin conseguirlo, afortunadamente.

En fin, escribo esta carta para recordar por qué Nueva York es la ciudad que más me gustaría visitar, sobre todo en Año Nuevo, para ver y escuchar cantar a Mariah Carey en Times Square y vivir una navidad al estilo Home Alone 2 y… ¿por qué no? Tal vez toparme con Donald Trump y decirle un par de linduras.

Y lo más importante, me ilusiona ir a Nueva York porque creo firmemente que, si busco bien, en alguno de sus tantos callejones, tal vez tenga la suerte de toparme con Don Gato, el modelo de adulto que siempre he querido ser.

Para cerrar, comparto esta gráfica publicada en 2017. Si nos ponemos a pensar por qué nos gusta tanto esta ciudad, seguramente concluiremos que es debido a que allí se han creado nuestras ilusiones, donde han ocurrido nuestros sueños y, por qué no, también las pesadillas.

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