¿Cuándo fue la última vez que una película comercial «de miedo», te asustó? Enfatizo la palabra comercial porque de pronto la industria de cine «hollywoodense» de terror se ha quedado sin recursos para mantenernos nerviosos, ansiosos o con miedo al filo de la butaca o del sillón. Quizá me pueden dar muchos ejemplos de cine de terror «NO hollywoodense» estupendo; pero, ¿el problema es la comercialización del género? No, más bien la que está un poco desgastada, es la fórmula.
Por eso Mike Flanagan se dio a la tarea de escribir, producir, dirigir y editar The Haunting of Hill House, tomando muchas referencias de la novela homónima escrita por la cazadora de monstruos cotidianos: Shirley Jackson.
Tiempo para creer
Hill House nació para ser una serie. Tal vez se puedan hacer más películas que partan de esta historia, pero creo que necesariamente debería nacer como una serie, porque una de las principales razones por las cuales no nos creemos las historias de miedo, es porque le hace falta desarrollo a sus mitos, dejarlos madurar. En Hill House nos presentan una historia que necesitó toda una generación para ser contada, la generación de una camada de cinco cachorros que vivieron con sus padres en una casa embrujada donde su mamá se suicidó… tranquilos, no estoy diciendo nada que el tráiler no mencione.
Pero sí, darle tiempo y espacio al desarrollo de sus personajes es el principal ingrediente para que esta serie sea en primer lugar CREÍBLE.
La filosofía
Para crear algo que nos dé miedo y que se meta a nuestras cabezas, debemos identificar qué nos atemoriza. Flanagan se miró al espejo como humano y se fue al corazón de la sociedad –la familia–, a un ícono de nuestras construcciones terroríficas –la casa embrujada más famosa de Estados Unidos– y cuestionó la filosofía occidental para mandar un mensaje diferente, para hacer que nuestras mentes crashearan, y sí, para poder dejarnos ansiosos antes de ir a dormir y sin poder dejar de ver ni un sólo capítulo de la serie.
Los peores miedos de las personas no son los fantasmas, sino los secretos que sus mentes atesoran y sus corazones guardan. La filosofía del TAO nos dice que, en la vida, las cosas buenas deben tener un lado maligno y las malignas, por consiguiente, uno benigno. Es decir, para vivir necesitas inhalar aire, pero también debes exhalarlo; o dicho de otra forma, en una casa las puertas y ventanas hacen que el aire entre y salga, pero el espacio que está dentro de esa casa es lo que la hace existir, got it?
Los fantasmas
El debate en redes sociales sobre esta serie es sobre si da mucho o poco miedo y de allí surgue la pregunta: ¿está buena? Refiriéndose a si te da miedo cuando la ves, si gritas, si sudas, si te dan ataques de ansiedad… y sí, todo eso pasa pero sólo a nivel muy introspectivo, porque te dicen cosas que sólo tú sabes si te aterran, como: ¿Estás dispuesto a comprobar tu fidelidad en tu matrimonio? ¿Te has acostado con alguien de tu familia? ¿Te has aprovechado de una situación familiar para hacer dinero? ¿Eres capaz de aceptar alguna adicción? ¿Sabes amar o sólo sabes poseer por miedo a estar solo?
En nuestra cultura siempre queremos eliminar lo malo, no verlo, no creerlo y alejarnos de ello. Con este tipo de pensamiento logramos negar una parte de nuestra naturaleza y entonces comenzamos a vivir con nuestros fantasmas, todos tenemos fantasmas, todos tenemos secretos y nos da terror verlos de frente y nos da más miedo que alguien los vea, así que preferimos vivir con ellos y no hablar del tema.
La maldición
The Haunting of Hill House nos enseña que tus secretos se pueden convertir en tus fantasmas, que al mismo tiempo se convierten en tus más profundos miedos y que si no sabes salir de ese laberinto, pueden terminar encerrándote dentro de un cuarto rojo durante 100 años… o más.